Del Estanque de Betesda al mate


En Jerusalén, cerca de la puerta llamada de las Ovejas, hay un estanque que en hebreo se llama Betesda. Tiene cinco pórticos, en los cuales se encontraban muchos enfermos, ciegos, cojos y tullidos echados en el suelo. Había entre ellos un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Cuando Jesús lo vio allí acostado y se enteró del mucho tiempo que llevaba así, le preguntó:
¿Quieres recobrar la salud? El enfermo le contestó: Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando se remueve el agua. Cada vez que quiero meterme, otro lo hace primero. (San Juan 5: 1-7)

Hoy, al igual que en los tiempos de Jesús, vivimos en una sociedad muy competitiva. El relato de Juan, nos deja ver que hasta los enfermos creían que podían sanarse si ingresaban primeros al estanque cuando el agua se movía.
Mas allá de los resultados finales, lo cierto es que alrededor del estanque de Betesda se vivía un clima de alto rendimiento deportivo. Ser el primero cuando el agua se movía, era la única posibilidad para sanarse.
¡Allí no había solidaridad, compañerismo ni trabajo en equipo!. El hombre que llevaba 38 años esperando su oportunidad, es una muestra del grado de egoísmo social que se vivía. Cinco pórticos llenos de enfermos, ciegos, cojos y tullidos echados en el suelo; espectantes y concentrados, esperando su oportunidad para ser los primeros. Cada uno pensaba en si mismo, enajenados de las realidades del otro, indiferentes ante las necesidades ajenas.

Otro modelo de relaciones sociales

Jesús observa el panorama competitivo y prefiere compartir unos mates con uno de los postergados sociales; un hombre paralítico que llevaba allí 38 años de espera. Jesús se acerca y dialoga. Ese detalle produce la sanidad del paralítico. Presencia y diálogo. Elije otro modelo de relaciones humanas; el respeto y la compasión.
Su poder es un poder de sensibilidad y amor. No es un poder mágico. Solo se trata de amor. Se trata de compartir unos mates y acompañar a los mas débiles.

Del estanque al mate

La velocidad de la vida, nos impide observar a las personas que tal vez necesitan de nuestra ayuda y compañía. ¡Es momento para dejar de competir y tomarnos unos mates con ellos!.

Enséñanos a amar como tu lo haces. Ayúdanos a modificar la forma de nuestras relaciones humanas, sin competencias, sin intereses. 


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