Espiritualidad cotidiana

Construyan casas y establézcanse; planten árboles frutales y coman de su fruto. Cásense, tengan hijos e hijas, y que ellos también se casen y tengan hijos. Aumenten en número allá, y no disminuyan. Trabajen en favor de la ciudad a donde los desterré, y pídanme a mí por ella, porque del bienestar de ella depende el bienestar de ustedes. Jeremías 29:5-7
                                              

Los capítulos 28 y 29 de Jeremías nos muestran dos interesantes modelos de espiritualidad. El modelo de Hananías y el de Jeremías.

La Espiritualidad al modo Hananías representa a un modelo de confrontación muy conocido hoy en muchas iglesias cristianas.

“Voy a romper el yugo del rey de Babilonia, y dentro de dos años haré que sean devueltos a este lugar todos los utensilios del templo que se llevó a Babilonia el rey Nabucodonosor. Y también haré que regresen a este lugar Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, y toda la demás gente que salió desterrada de Judá a Babilonia.
                               (Jeremías 28:2-4)

Hananías propone una espiritualidad de guerra y conquista. Luchar, reclamar, romper el yugo del rey de Babilonia, recuperar los utensillos del templo que se llevó Nabucodonosor y hacer regresar a los desterrados. (Jeremías 28:2-4, 10).
Estas propuestas de espiritualidades, brindan falsa esperanza, promueven un estilo de vida con características bélicas, están enajenadas de la realidad y son poco solidarias.

                 Entonces dijo Jeremías a Hananías:
¡Escucha, Hananías! El Señor no te ha enviado, y tú estás dando a este pueblo una falsa confianza.
                                      Jeremías 28:15

Jeremías, tenía muy claro lo que Dios deseaba. La espiritualidad propuesta es pacífica, humana y comprometida con el contexto social del lugar en donde se vive, de tus vecinos, de tu barrio. Jeremías, no solo elige la paz, sino el desarrollo de la familia, del hogar y del trabajo:

“construyan casas y establézcanse, planten frutales y coman de su fruto, Cásense, tengan hijos e hijas, y que ellos también se casen y tengan hijos…”. (Jeremías 29:5-6)

Jeremías sugiere trabajar y no hacer guerra, orar por la ciudad y no conquistarla. Amarla y comprometerse con su bienestar.

“Trabajen a favor de la ciudad a donde los desterré, y pídanme a mí por ella, porque del bienestar de ella depende el bienestar de ustedes”. (Jeremías 29:7)

¡Hoy también vivimos en contextos imperiales, injustos y lejos de nuestro hogar!. ¡Somos llamados a esperar y no a confrontar!.

Sabemos que El Señor actuará cuando se cumplan los tiempos y que cumplirá su promesa favorable de hacernos regresar a nuestra tierra (Jeremías 29:10).

¡No se dejen engañar por los profetas que viven entre ustedes…lo que ellos les anuncian en mi nombre es mentira! (Jeremías 29:8).


¡Enséñanos a vivir con sabiduría!

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