Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les
concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. San
Juan 1: 9-12
¡Jesús vino a este mundo para alumbrarnos y abrir
nuestros ojos!. El primer paso para lograr comprender esta verdad, es
reconocerlo y creer en El.
Creer en El, no es una obligación, no es un deber; ¡es un privilegio!, el privilegio de ser hijos de Dios.
Creer en El, no es una obligación, no es un deber; ¡es un privilegio!, el privilegio de ser hijos de Dios.
Jesús nos
invita a que le abramos la puerta de nuestra vida. Desea ingresar y estar;
perdonar y recuperar; compartir y disfrutar.
“…Mira, yo estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi
voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos”. Apocalipsis 3:20
¿Eres hijo o
solamente creación?
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