El ángel entró en el lugar donde ella estaba, y le
dijo: ¡Salve, llena de gracia! El
Señor está contigo. María se sorprendió de estas palabras, y se preguntaba qué
significaría aquel saludo. El ángel le dijo: María, no tengas miedo, pues tú
gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo, y le
pondrás por nombre Jesús. Lucas 1:28-31
Los encuentros con Dios, suelen sorprendernos y darse de
maneras imprevistas, mientras desarrollamos nuestras tareas cotidianas.Es Dios quien nos visita y no nosotros a El. Es El, quien toma la iniciativa, nos llama, nos busca y nos desafía a una Misión.
La vida cristiana comienza a partir de ese encuentro
personal e impensado. La semilla de la voluntad de Dios, nace con su revelación
y su visita.
El se revela, se muestra, nos anuncia su proyecto y nos
invita a participar.
Muchas personas tuvieron esos encuentros personales e
inesperados y aceptaron su invitación; Abraham, Moisés, Eliseo, los profetas,
los discípulos y muchos otros hasta hoy. Ellos estaban pescando, cobrando
impuestos, pastoreando ovejas, arando los campos, practicando un deporte,
cocinando y fueron convocados a un estilo de vida diferente y con un propósito
diferente.
Ayúdanos a realizar de tal manera
nuestros trabajos cotidianos, que seamos dignos de que nos visites.
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