No tenemos por qué
discutir este asunto, contestaron los tres jóvenes. Nuestro Dios, a quien adoramos, puede librarnos de las
llamas del horno y de todo el mal que Su Majestad quiere hacernos, y nos
librará. Pero, aun si no lo
hiciera, sepa bien Su Majestad que no adoraremos a sus dioses ni nos arrodillaremos
ante la estatua de oro. Daniel 3:16-18
¡Siempre recuerdo las largadas en los campeonatos
mundiales de patín carrera!. Momentos antes del disparo inicial, cada corredor
a su manera; rezaba, se persignaba, se arrodillaba o miraba hacia el cielo para
hacer su oración.
Yo tenía muy claro que los resultados finales no estaban
a mi alcance conocerlos, por lo cual, solo agradecía;
Señor; ¡No sé si esta carrera la voy a
ganar o no! ¡Si no la gano, no importa; igual te agradezco pase lo que pase.
¡Que se haga tu voluntad!
Pronto descubrí, que esa actitud me ayudaba a estar mas
tranquilo antes, durante y después de las competencias, pues ya había dejado
los resultados en las manos de Dios.
Daniel y sus amigos, tenían muy claro este concepto:
¡No tenemos por qué discutir este
asunto…sepa bien su majestad… que los resultados de lo que Ud decida hacer, no
cambiarán nuestros valores ni nuestra Fe”. (Paráfrasis)
¿Cuál es tu
actitud frente a las circunstancias adversas?
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