En el mes
de agosto de 1989, se realizó en la ciudad de Rosario, Argentina, un Campeonato
Argentino de Patín Carrera. Una noche, a dos días del
comienzo, robaron un
bolso con los patines de la esposa del técnico de la selección argentina, quien
tenia que participar de dicho campeonato. Mi compañero Norman y yo, estábamos
hospedados en la casa de la familia Videgain; lugar en donde se produjo el
robo. La situación fue muy tensa y triste, ya que la familia que los había
invitado a cenar esa noche, se sintió muy mal porque el robo de los patines se
produjo en el auto del técnico Juan Carlos mientras cenábamos. Esto impedía así
la participación de su esposa en el Campeo-nato Nacional.
Recuerdo
que esa misma noche, al acostarnos, oramos a Dios para que el bolso aparezca.
Nuestra oración fue como la de Elías:
“Respóndenos, Señor, respóndenos, que los patines
puedan aparecer para que reconozcan que
tú, Señor, eres Dios…”.
Nuestro
deseo era, que la aparición de los patines fuera de testimonio para todos los
corredores del país, y especialmente para el técnico Juan Carlos y su esposa
Nora.
A la
mañana siguiente, luego del desayuno, salimos con mi compañero Norman a dar una
vuelta a la manzana. Se nos ocurrió preguntar a dos muchachos de
aproximadamente 20 años que estaban charlando en una esquina, si ellos anoche
habían visto algo extraño, ya que se había producido un robo, en uno de los
autos estacionados aquí, en el barrio. Su primer respuesta fue que no sabían
nada. Eso hizo que los saludáramos amablemente y siguiéramos nuestro camino.
Apenas nos dimos vuelta para regresar, ellos nos llamaron y nos dijeron que si
habían visto quien fue el que cometió el robo, pero que no se querían
involucrar. Luego de una charla amable y profunda, se acordó que ellos mismos
traerían el bolso hacia nosotros a cambio de una pequeña recompensa.
¡El bolso
con los patines, había aparecido! ¡Qué alegría! ¡Qué increíble!. Recuerdo que
mi corazón saltaba de agradecimiento por su gran amor y poder.
Ese mismo
día, todos los corredores del país, el técnico Juan Carlos, Nora y la familia
que nos hospedaba, supieron lo que había pasado y como había sido devuelto el
bolso con los patines de Nora.
¡No
existen palabras para expresar lo sucedido!, solo agradecimiento y admiración.
¡Solo tú, Señor, eres Dios!
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